Apuntes de Geografía: La Geografía y la concepción del espacio geográfico

Como suele pasar a la hora de definir un concepto, delimitar lo que significa Geografía puede ser muy complejo, ya que existen casi tantas definiciones como geógrafos. Si la consideramos como una ciencia que se ocupa del estudio de La Tierra, podríamos tenerla en cuenta como una de las ramas más antiguas del saber humano.  En la Antigüedad hubo una importante evolución en ese conjunto de saberes hacia lo que hoy conocemos como geografía descriptiva. De hecho, en el periodo romano se impulsó de manera notable los estudios en torno a la cartografía. Al final de la Edad Media, con la llegada de la Era de los descubrimientos  se dio otro nuevo impulso a esa geografía descriptiva. Pero hasta el siglo XIX, no podemos hablar verdaderamente de la creación de la geografía moderna, principalmente impulsada por la aportación de un racionalismo que veía insuficiente las respuestas de la geografía descriptiva. 


Por lo tanto, si atendemos a la evolución histórica del concepto de Geografía, es casi imposible ofrecer una definición única o común a todas y cada una de las distintas escuelas geográficas. Etimológicamente,  la geografía sería la ciencia que se ocupa de la descripción de la Tierra. Una definición, algo limitada, que varios geógrafos contemporáneos han matizado. George Viers la concretó como la ciencia que estudia la organización del espacio terrestre, así como su análisis y clasificación en paisajes. Desde otra perspectiva, Olivier Dollfus señaló la geografía como el estudio de los modos de organización del espacio terrestre, las formas y sus poblaciones. Por lo tanto, queda claro que el objeto de estudio de la geografía es el espacio geográfico que a su vez, está caracterizado por la combinación dinámica de elementos aislados. Tradicionalmente, estos elementos se han agrupado en dos grandes grupos. Por un lado los elementos físicos como el clima, el relieve, los suelos, la vegetación, la circulación hídrica o los océanos. Por otro lado, están los elementos humanos tales como: la agricultura, la ganadería, la industria o el hábitat, ya sea rural o urbano. Para Peter Haggett, que trató de unificar la geografía como una ciencia, el espacio geográfico es el resultado de esa necesidad de objeto de estudio de la que parte toda ciencia. De este modo, el espacio geográfico no es más que el dato más evidente del proceso social, en el cual podemos destacar una serie de componentes como nodos, redes, jerarquías, flujos o superficies. Así, la conjugación de estos componentes crearía conjuntos espaciales con dos principales características: la configuración territorial y la dinámica social.

Al igual que pasa con la definición de geografía, no hay una única tipología de espacio geográfico. En un primer momento se trabajaba con lo que conocemos como espacio absoluto, es decir, el espacio que entendían Euclídes o Newton. Un espacio con localizaciones exactas en tres coordenadas, con distancias fijas y que se miden en términos absolutos y permanentes, siendo su modo de representación más común el mapa. Pero, en los años 50 del pasado siglo con la llegada de nuevas corrientes geográficas como la Geografía Cuantitativa o la Nueva Geografía, el espacio absoluto queda relegado por el espacio relativo, donde las distancias no son absolutas, las dimensiones son indeterminadas y, por lo tanto, los estudios cambian. Ya no solo se trata de estudiar la distribución de los objetos a analizar sino las relaciones que existen entre ellos. A finales de los años 70, el economista François Perroux introducirá un nuevo concepto de espacio, abstracto, no cartografiable y con varias tipologías: el espacio geoeconómico (el espacio de los geógrafos, para Perroux banal) y el espacio económico (homogéneo o polarizado).



Como hemos visto, a lo largo de los últimos años ha habido una gran evolución en el pensamiento geográfico, pero tenemos que remontarnos hasta la Antigüedad para encontrar los orígenes de esta ciencia. Dentro de lo que denominamos como corrientes preclásicas se han distingido tradicionalmente dos tendencias. Por un lado, la tendencia cosmográfica que orientaba la geografía a las ciencias físico-matemáticas. Aunque no dejaba de ser un componente más, entendían la Tierra como el centro del universo y fue Ptolomeo en el siglo II después de Cristo quién sentó las bases de este pensamiento. Por otro lado, estaba la tendencia corográfica, es decir la geografía como descripción de lugares. Se ha considerado a Estrabón -que vivió en el cambio de Era- como padre de la geografía descriptiva y destacó fundamentalmente por apreciar la conexión existente entre el hombre y el medio. Ambas tendencias perduraron hasta el siglo XVI, cuando son desplazadas por otras corrientes como la geografía astronómica, la geografía física o la geografía política-civil. Todas estas tendencias tienen en común una importante influencia teológica en sus estudios -la voluntad de Dios-.


Ya en el siglo XIX, con la influencia del racionalismo en la nueva sociedad burguesa se empezaron a sentar las bases de lo que conocemos como geografía moderna o científica. De hecho, la escuela de pensamiento clásico tiene sus orígenes en la búsqueda de nuevas leyes explicativas del orden natural más allá de la geografía descriptiva. Por una parte, Alexander Humboldt, que formado como naturalista, se dedicó a buscar los posibles vínculos entre la naturaleza muerta y los seres vivos. Esto es, un estudio de cómo la distribución de los seres vivos sobre la superficie terrestre influía, a través de distintos mecanismos internos, en la armonía general de la Naturaleza. En su obra Cosmos, Humboldt plasmó todo esto realizando un estudio comparativo de la Geografía Física desde una perspectiva histórica. Por otra parte, otra vía alternativa la estableció Carl Ritter, el primer catedrático de Geografía alemán, que sentó las bases de lo que hoy conocemos como Geografía Humana. En Erdkunde, su principal obra, defiende que el espacio geográfico es el teatro principal de la actividad humana y, por lo tanto, el lugar donde hay que buscar las explicaciones de las relaciones entre el sustrato natural y el hombre. 




En este sentido, la aportación de estos dos personajes, sumado a los acontecimientos propios del siglo XIX, propiciaron el nacimiento de lo que llamamos la Geografía moderna. En primer lugar, por el gran desarrollo de la cartografía, ya que los mapas son el documento esencial del trabajo del geógrafo. En segundo lugar, tuvo una gran importancia la institucionalización de la geografía y de su enseñanza en todos los niveles, desde las escuelas geográficas nacionales, pasando por las universidades, hasta su llegada al ámbito escolar. Por otro lado, también tuvieron su papel la generalización de las sociedades geográficas de la mano del fenómeno del colonialismo europeo. Así como la divulgación de revistas de geografía ya desde el siglo XVIII.


En este contexto, como hemos comentado, nacen las primeras corrientes del pensamiento geográfico moderno. Una de ellas, el ambientalismo, se consolidó en torno a la década de 1870-1880 gracias al desarrollo del pensamiento racionalista/positivista. Sus principios fundamentales son: el monismo metodológico, es decir, consideran el método inductivo como la única vía para alcanzar el conocimiento científico.

De este modo, dentro de la misión del ambientalismo está el estudio de las distribuciones en el espacio y las interacciones entre fenómenos físicos y humanos. Todo ello con el uso de una metodología inductiva causal para, como hemos dicho, la elaboración de unas normas generales que acaben explicando la relación del Hombre y la Naturaleza. Y en esto, la conclusión del ambientalismo es clara, el Hombre está completamente determinado por la Naturaleza. Pero estas conclusiones tenemos que analizarlas teniendo en cuenta que el método inductivo da muy buenos resultados a la hora de analizar el medio natural, pero no tanto para estudiar el comportamiento de los seres humanos. Por lo tanto, en el ambientalismo se presentan dos problemas; por un lado la incapacidad de elaborar explicaciones contundentes de cara al estudio de los seres humanos y, por otro lado, el riesgo de ruptura que esto supone entre las dos vertientes de la Geografía, la natural y la social.


Esta escuela tuvo una gran importancia en Alemania, principalmente tras los estudios de Friedrich Ratzel y su Antropogeografía (1891) donde defendía el determinismo geográfico, así como la teoría evolucionista. De hecho, de esta teoría surgió más adelante los estudios de la Geografía Política que analizaban el funcionamiento de los Estados al igual que el comportamiento de los seres vivios. El propio concepto de "espacio vital", tan importante luego para el nacionalsocialismo, no se puede entender sin el desarrollo de todas estas teorías.

También dentro de las corrientes ambientalistas encontraron su lugar, la escuela de geógrafos anarquistas, representados principalmente por Reclus y Kropotkin. En sus estudios encontramos innumerables referencias al positivismos o al evolucionismo, aunque con un rechazo frontal sobre el concepto de lucha. También trabajaron con el darwinismo social, la idea de la voluntad, la solidaridad o la sociabilidad, así como el concepto de armonía entre el hombre y el medio. Además, la Geografía anarquista se preocupó de manera temprana por la didáctica de la teoría geográfica y por la problemática derivada del desarrollo industrial -el medioambiente y el ecologismo-.


Otra de las vertientes que inician el pensamiento geográfico moderno es el posibilismo. Una corriente que llegó de la mano de una reacción en el pensamiento general contra el positivismo/historicismo. Desde este momento, el hombre deja de estar subordinado al medio natural, aunque evidentemente lo condiciona. Estas nuevas teorías van a ver en el medio físico más una posibilidad que un determinante. De este modo, al estudiar al hombre como un ser libre va a ser mucho más dificil establecer sobre su comportamiento unas leyes generales. Por consiguiente, las principales consecuencias que se produjeron con el desarrollo de las teorías posibilistas son: por un lado la aparición de la vieja división kantiana entre las Ciencias de la Naturaleza y las Ciencias del Hombre, por otro lado el negacionismo del monismo metodológico -la explicación causal no es la única- y, finalmente, el rechazo de la mímesis fisicalista. Con el posibilismo se crea una brecha entre la Geografía Física y la Geografía Humana y, para superar esta división, se desarrollará el concepto de región. Un concepto que intentará estudiar las relaciones hombre-medio desde una posición de igualdad.

La difusión del posibilismo ocasionó que se desarrollaran varias escuelas importantes. En primer lugar destaca la escuela francesa, con una figura que sobresale sobre del resto, Vidal de la Blache. Uno de los más renombrados geógrafos, sobre todo por sus aportaciones metodológicas y epistemológicas recogidas principalmente en la revista Annales de Geographie (1891). Así, como hemos comentado antes, tiene un enorme calado en la teoría geográfica el desarrollo del concepto región o también el de género de vida, es decir, las distintas respuestas que el hombre puede ofrecer al medio donde vive. La escuela francesa opta como método de investigación por el inductivo-historicista, considerando la Geografía como una ciencia de observación. Entre los seguidores de Vidal de la Blache y el posibilismo francés destacan: Martonne, Demangeon, Sorre o Vallaux. Por otro lado, también fue importante la escuela alemana, donde podemos destacar la concepción corológica de Hettner -el análisis de las conexiones causales dentro de cada unidad regional- y que tuvo una gran repercusión en Estados Unidos con autores como Harthorne.


Con la explosión epistemológica del siglo XIX se sentaron las bases para el desarrollo de las llamadas corrientes actuales. Por un lado, destaca la Geografía Cuantitativa o Nueva Geografía que nace en la década de los años 50 como una alternativa a la Geografía regional. De hecho, desde sus postulados, la Geografía tiene que abandonar la perspectiva espacial para convertirse en una ciencia nomotética espacial. Pretenden buscar leyes o modelos generales que se adapten a la realidad. Tuvo una gran repersusión desde la aportación de Shaffer en 1953 con su artículo «El excepcionalismo en Geografía» y el de Von Thünen y su «Modelo de localización de actividades agrarias». También tuvo una gran importancia dentro de esta corriente Christaller, que en su «Teoría de los lugares centrales» intentó explicar el tamaño, el número y la ordenación de las ciudades con tres principios fundamentales. En primer lugar, la premisa de la centralidad (cada ciudad representa el centro del área de influencia). En segundo lugar, el principio de funcionalidad (existencia de una red de lugares centrales) y finalmente, el principio de jerarquía (todos los lugares centrales tiene a su vez distintas jerarquías). De este modo, el globo terráqueo queda dibujado como una especie de concatenación de formas exagonales, sin ningún tipo de espacio vacío. Un ejemplo práctico de esto, sería la distribución de las ciudades en el juego de estrategia Sid Meier's Civilization.

Por otro lado, la crisis económica del año 29, las graves consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la política de bloques entre el comunismo y capitalismo, favorecieron el desarrollo de las llamadas teorías neopositivistas. El neopositivismo introduce, en primer lugar, el uso del método hipotético-deductivo en la elaboración de las teorías geográficas. Por otro lado, se preocupa de establecer una metodología clara para que la Geografía se siga considerando como una ciencia. Finalmente, aporta la formulación matemática a la teoría geográfica. De este modo, la llamada Nueva Geografía tiene unos principios fundamentales bastante claros. Por un lado, entienden que la Geografía debe aspirar a la elaboración de teorías formulando las leyes que rigen la distribución en la superficie terrestre. Por otro lado, la utilización del lenguaje lógico-matemático que quede exento del subjetivismo. En tercer lugar, para la Geografía el objeto de estudio debe ser, principalmente, el espacio. Por lo que podemos concluir que con la Nueva Geografía hay una auténtica reformulación de los principios metodológicos de la Geografía Clásica.

Desde la década de los sesenta hay una importante elaboración de síntesis conceptuales y metodológicas donde destacan Burton (La Geography, 1963) o Harvey (Explanation in Geography, 1969). Además, en la década de los setenta se aceptan los planteamientos de la «Teoría General de Sistemas» por L. Von Bertauffy que establece el modelo analítico universal.


La Geografía Radical también llegó en la segunda mitad del siglo XX para hacer un nuevo replanteamiento de los postulados geográficos. Fueron dos los motivos principales por los que nace esta nueva corriente. Por un lado, la insatisfacción por el discurso y las prácticas de la geografía cuantitativa. Por otro lado, el deseo de hacer una Geografía útil que no este al servicio del poder dominante sino para la sociedad. Al mismo tiempo, el propio contexto de la descolonización y la crisis de los misiles de Cuba, rompió la bipolaridad mundial y favoreció un cambio de postulados. La revista Antípode fue una de las principales vías de difusión de sus ideas. Por un lado, proponen que los geógrafos dibujen una sociedad más equitativa, que intente erradicar la pobreza y el sufrimiento. Por otro lado, buscan romper y reconstruir la estructura de las opiniones convencionales. Finalmente, pretenden organizar una acción efectiva dentro de la Geografía académica. De este modo, su misión fundamental es la búsqueda de la justicia social, aunque desde distintas perspectivas. En primer lugar, el populismo radical fundado por Bunge, al margen de la estructura académica, y que proponía la inmersión del geógrafo en la sociedad. En segundo lugar, desde una postura radical, Peet platea la abolición de las institutciones geográficas que sustentan el estatus social. En tercer lugar, desde Europa, Morril y Folke sugieren la creación de un nuevo marco teórico de estudio. Esta vía estuvo fuertemente influenciada por la lucha social y acabaría desembocando en la Geografía Marxista. Una escuela que se ha caracterizado por el rastreo en los textos marxistas de una teórica sobre el espacio o, al menos, encontrar elementos para cómo elaborarla. Así como por la creación directa de una teoría marxista sobre el espacio.

Con un contexto sociopolítico particular, otro importante foco de la Geografía Radical estuvo en Francia. De entre sus principales teóricos, podemos señalar a Lacoste (La Geografía: un arma para la guerra) que abogaba por la democratización de la capacidad para analizar el espacio. De hecho, a través de la revista Herodote, la Geografía Radical Francesa intentó hacer llegar a un gran numero de personas sus nuevos plateamientos. El propio Lacoste propone en su obra tres tipos de Geografía: la Geografía de los Estados Mayores -vetada a la población-, la Geografía Académica -la de los profesores, una especie de cortina de humo para disimular las estrategias políticas- y la Geografía Espectáculo -cuya misión es eliminar el valor de la Geografía como saber del espacio, quedando únicamente su valor estético para el turismo-. 

Por último, una de las escuelas que más ha destacado en los últimos años es la llamada Geografía de la Percepción y el Comportamiento. Una especie de corriente geográfica de la teoría del conductismo en la psicología, por lo que se basa en el estudio de lo observable, de la conducta. Pero también hay una serie de antecedentes como la Geografía Cultural -la percepción de los diferentes grupos culturales, la conciencia regional, que trabajaron principalmente Vidaliana o Saner-, la Geografía del Comportamiento -el concepto de imagen o de realidad percibida elaborado por Boulding-. Por lo tanto, son una serie de teorías que se preocupan mucho por el comportamiento de los seres humanos en el medio, evaluando distintos niveles de acción. Por un lado, las actuaciones de los humanos racionales cuando toman decisiones en función de como perciben el medio. Por otro lado, la toma de decisiones simples. En tercer lugar, las decisiones basadas en la realidad objetiva, pero con información limitada. Y, finalmente, la información evaluada por criterios predeterminados.



De este modo, son cinco los conceptos que definen la relación del hombre y el medio. Primero, la percepción y la cognición, es decir, los mecanismos por los que el hombre obtiene, almacena y usa la información. Después, la motivación -la fuerza del hombre para buscar la felicidad y el bienestar-, emoción -excitación-y actitudes -predisposición-. Así, es muy importante dentro de esta escuela el concepto de la percepción espacial, en el cual hay dos fases; por un lado la extracción de información del medio en un momento determinado y, por otro lado, esta extracción puede producir cuatro resultados (abandono de la decisión, demanda de más información, suspensión de la acción o toma de la decisión).

Si hablamos de España, no podemos mencionar la aparición de la Geografía moderna hasta la década de los setenta en el siglo XIX. De hecho, en 1870 se fundó el Instituto Geográfico y Estadístico, así como el primer intento serio de elaboración de un mapa topográfico a nivel nacional con la colaboración de Francisco Coello y Carlos Ibañez. Ya a mediados del siglo XX, desde varias universidades y el CSIC se van introduciendo distintas corrientes desde el exterior, aunque otros también desde su propia labor autodidacta como Manuel de Terán. A pesar del retraso en la implantación de las nuevas tendencias, tuvieron una enorme influencia la escuela germana, la escuela francesa y, en menor medida, la escuela anglosajona. 

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