Salvador Dalí, La Última Cena, 1955

A mediados de los años cincuenta, un Salvador Dalí marcado por la destrucción de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, regresó a la temática religiosa pintando La Última Cena. En dicha obra, no solo emuló a la iconografía clásica marcada por Leonardo Da Vinci, sino que también plasmó su marcada impronta personal en una de sus obras más solidas. Entre los dos planos diferenciados, la cena y el fondo costero, aparece un dodecaedro que señala la importancia de la simetría y el patrón geométrico. De hecho, el número doce es otro de los protagonistas de dicha obra, ya que tenemos a los doce apóstoles alrededor de una mesa presidida por Jesucristo. Un Jesucristo translucido que, junto con la imagen de un torso con los brazos extendidos en la parte superior, potencia el simbolismo de su resurrección. En la mesa, el pan cortado y el vaso de vino son la evidencia física de Jesús, siendo esta la principal forma de representación del sacramento de la eucaristía. El cuadro fue donado por Chester Dale, propietario de la obra y amigo personal de Dalí, a la Galería Nacional de Arte (National Gallery of Art) y en donde hoy todavía se exhibe.

Comentarios

Publicar un comentario