Apuntes de historia: Mesopotamia antes de la Era

Antes de comenzar con el tema, primero quiero aclarar una pequeña cuestión en torno a la cronología de este período. Y es que la cronología del POA, no se basa en las eras absolutas, es decir, hasta el II Milenio no tenemos una exactitud cronológica clara. En este sentido, aquí vamos a utilizar la cronología media, ya que en los últimos años ha sido la más defendida por la historiografía. A modo de ejemplo, el mandato de Hammurabi lo fecharemos entre el 1792 y el 1750 antes de la Era, aunque la cronología larga lo mantendría en 1848 a. E. -principalmente en libros antiguos y de Historia del Arte-, y la cronología corta en torno a 1706 a. E. 

Tradicionalmente la división cronológica y de acontecimientos en la Mesopotamia antigua se ha realizado por milenios. En el III Milenio nos encontramos con tres grandes ámbitos o centros de poder. En primer lugar Ebla, una gran ciudad que ha proporcionado multitud de datos de la región, con numerosas alternativas de poder cuando se pensaba que no existía nada. En segunda lugar Elam, cuya capital Susa cuenta con un gran desarrollo durante este periodo, generando una importante cultura y civilización poco relacionada con sus vecinos. Y en tercer y último lugar Mesopotamia, región donde comienza la vida sedentarizada, la escritura y donde las primeras ciudades sumerias pujaron por conseguir el control de toda la zona, es decir, los primeros intentos de unificación por la vía militar.


Por otro lado, es esencial entender el movimiento que hay en la región para comprender el tránsito al II Milenio. De hecho, en torno al 2000 a. E. solo hay dos ciudades que se disputan el poder de la Baja Mesopotamia, Isin y Larsa, pero la cosa no llegará a funcionar. Poco a poco, los pueblos semitas se irán sedentarizando y con la segunda oleada de los amorritas, se van estableciendo territorios cada vez más claros, como por ejemplo la monarquía que se establece en Babilonia donde ya con Hammurabi al poder, se empieza a manejar la idea de la creación de un imperio universal con la figura del monarca como la de pastor de un pueblo. Evidentemente, todo esto creará tensiones con los vecinos del norte, donde se ha establecido un pequeño reino bajo la denominación de Asiria que ensayará la experiencia con el establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con los pueblos indoeuropeos de Anatolia, el mundo de los hititas. De hecho, una parte de los pueblos indoeuropeos llegarán a poblar zonas en torno al meandro del río Eufrates, constituyendo lo que se ha denominado como Mitanni que incluso llegará a rivalizar con el poder del sur de Mesopotamia en torno a Babilonia, que pierde su importancia política hasta la llegada de los casitas. El sur pierde la importancia política frente al norte y no ajenos a todos estos movimientos, Egipto decide intervenir para sacar partido de las tensiones creando una serie de protectorados en toda la franja Siro-palestina -los inicios de la política internacional-. El equilibrio entre imperios resulta complicado y el principal derrotado es Mitanni, que cae bajo la influencia de los hititas en el 1365 a. E. con la conquista por parte de Suppiluliuma I. Así, con la desaparición de Mitanni, el Imperio Hitita y Egipto lucharan por la hegemonía de la región hasta la crisis del año 1200, una mezcla de crisis demográfica, con crisis de producción e invasiones de pueblos extranjeros como la tercera oleada semita o los enigmáticos «Pueblos del Mar». Hay que destacar de todos estos enfrentamientos la batalla de Qadesh, una de las primeras grandes batallas de la historia, entre las fuerzas militares del faraón Ramsés II y el rey hitita Muwatalli II.


La entrada al I Milenio viene acontecida por un periodo que dentro de la historiografía se ha denominado como los «siglos oscuros», por la falta de información del mismo. Pero lo que si está claro, es que tras ese periodo hay un regreso a la atomización del poder en reinos o proto-estados de pequeña extensión, con un enorme componente identitario y en algún caso extremadamente agresivos. Ya en el siglo VII a. E. es Asiria la que toma el relevo de potencia hegemónica de la región sembrando el terror hasta la aparición del Imperio Neo-Babilonio con Nabucodonosor II y finalmente, ya hacia el 600 a. E. con la invasión de toda la región del Imperio Persa serán las potencias extranjeras las que dominen la zona. 

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