Noam Chomsky, Política y cultura a finales del siglo XX, 1996 (Parte II)

En resumen, una tendencia clara hacía el gobierno mundial de ricos para ricos, sustentado por el capitalismo y que ha acabado con el ideal democrático (pp. 80-85). Un sistema, que según el ponente, solo ha sufrido dos reveses a lo largo del siglo XX. Uno, más lejano en el tiempo pero de mayor impacto, fue la Revolución bolchevique de 1917. La Rusia imperial, la Rusia de los zares, se derrumbó como un castillo de naipes en plena Primera Guerra Mundial. Una fuga del mercado capitalista en lo que Julián Casanova ha denominado como «la venganza de los siervos»(6). El otro, lo que las clases dominantes conocieron como la «crisis de la democracia» en los años setenta, es decir la herencia cultural de los movimientos sociales de los años sesenta, como el mayo del 68 francés o los movimientos en pro de los derechos civiles en los eeuu, que del mismo modo que la Revolución Rusa fueron vistos con preocupación desde las clases del poder. Unas ideas que no han adoptado forma institucional, pero que según Chomsky gozan de gran importancia desde un punto de vista moral (p. 85).

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Así, en esta línea argumental de intelectualidad, mundo cultural y mundo político-económico, podemos enlazar la última de sus intervenciones titulada en el libro como «Creación y cultura a final del siglo XX». Un último apartado donde el autor incide en la paradoja de que si bien la revolución científica supuso una mayor visión del mundo desde el siglo xvii, de esta visión se han visto excluidos grandes sectores de la población (p. 80). Un foco muy reducido que ha permitido la separación entre la cultura general y la cultura de élites. Por lo tanto, Chomsky cierra el círculo. Capitalismo, es decir, poder económico, democracia que es lo mismo a poder político, y cultura, en este caso cultura de élites. Por lo que sus tres intervenciones pretendían alertar sobre los peligros del sistema. Ante ello, solo una cultura alternativa, una cultura que Chomsky denomina como «cultura moral», puede resarcir los errores que hemos cometido como sociedad en el pasado, precisamente cuando se cumplía el quinto centenario del descubrimiento de América (p. 115).

A modo de conclusión, podemos afirmar que este libro nos sugiere una serie de ideas muy interesantes, algunas referentes a las materias que hemos visto durante este máster. En primer lugar, me gustaría señalar el momento en el que las conferencias y el libro fueron publicados, ya que desde mi punto de vista es básico para entender la importancia del libro. Las conferencias datan de 1992, y el libro sale publicado en 1994, muchos autores sugieren este periodo como el verdadero final del siglo XX(7). Por lo tanto, lo que Chomsky planteaba era un balance, pero no solo un balance político, algo más allá, una toma de conciencia sobre la cultura que se ha desarrollado a lo largo la historia contemporánea aprovechando la caída de la Unión Soviética, el final del comunismo real y la crisis de la ideologías. Debemos entender por lo tanto este libro, en un momento en que numerosos intelectuales lo entendieron idóneo para establecer unas conclusiones de la experiencia del siglo xx. Por ello, podríamos pensar que este libro, veinte años después de su publicación, ha perdido su importancia, pero todo lo contrario. Los peligros que Chomsky nos plantea están todavía muy presentes. Por el lado político, los coletazos de los gobiernos neoliberales parecen no tener fin, en plena crisis económica, el mundo occidental se enfrenta a las políticas más restrictivas en el plano cultural desde la Segunda Guerra Mundial. Algo que en la cultura popular se ha traducido a un decrecimiento de las actividades intelectuales, ya sea en la investigación o en la creación artística.

En suma, estas conferencias de Chomsky nos demuestran como ese frente político-económico de las clases dominantes ha influido inevitablemente en la producción cultural, entendiendo cultura en el sentido amplio del término. Algo que sin duda aquí nos interesa señalar, puesto que en la gestión del patrimonio cultural, uno de los objetivos debería ser gestionar la accesibilidad de la cultura, pero no una cultura de élites, sino la cultura de todos. Así, hemos visto como durante muchos años la historia y la cultura ha estado determinada por los sectores del poder, dejando al margen la cultura popular, o lo que E.P. Thompson denominó como la «historia desde abajo»(8). Por lo tanto, vuelvo a insistir en que este libro es interesante tanto en su contexto como en la actualidad.

(6) Julián Casanova, Europa contra Europa. 1914-1945, Barcelona, Crítica, 2011, pp. 31-60.
(7) Un ejemplo lo tenemos en el historiador Eric Hobsbawm, célebre por la acuñación del término «siglo corto» para referirse al siglo xx. De hecho en su traducción al español, los editores no han respetado su título original de «The Age of Extremes: the short twentieth century, 1914-1991». Eric Hobsbawm, Historia del siglo xx, 1914-1991, Barcelona, Crítica, pp. 11-27.
(8) La expresión en inglés «history from below»: Miles Taylor, «The Beginnings of Modern British Social History?», en History Workshop Journal, n. 43, 1997, pp. 155-176.

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