Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo y su historiografía

El propósito general de esta entrada va a girar en torno a la novela de Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo. De este modo, pretendemos ilustrar donde se sitúa la obra dentro de la producción contemporánea de novelas de este mismo género en Hispanoamérica. En segundo lugar, nos proponemos comparar la visión que ofrece la novela de la dictadura de Trujillo en Santo Domingo, con la visión general que se le ha dado dentro de la historiografía académica.
Y es que poco más se puede decir de Mario Vargas Llosa que no se haya dicho ya, el peruano es uno de los más importantes escritores contemporáneos de novela y ensayo en lengua castellana. Nació en 1936 en la localidad peruana de Arequipa, ingresó en la Universidad Mayor de San Marcos, donde estudió Derecho y Literatura, su tesis se centró en el estudio del contexto de Rubén Darío(1). Tras su fracaso en la política en las elecciones presidenciales de Perú en 1990, su vínculo con España se ha ido fortaleciendo para acabar consiguiendo la nacionalidad española. Desde el inicio de su carrera como escritor, ha recibido numerosos premios, entre los que destaca el Premio Nobel de Literatura en el año 2010(2). Uno de los géneros más cultivados por Vargas Llosa es la novela y el ensayo histórico, y entre ellos uno de los más destacados es precisamente, La fiesta del Chivo(3).


En la novela, Mario Vargas Llosa ofrece una visión psicológica y humana de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana. Una mezcla de ficción e historia que refleja aquellos aspectos más desconocidos de la dictadura. Valiéndose de una triple visión no lineal en el tiempo, consigue ilustrar desde muchos puntos de vista, los acontecimientos de una de las dictaduras más crueles y duraderas de Latinoamérica. El primero de los puntos de vista está personificado en Urania Cabral, personaje ficticio, hija de Agustín Cabral –el también ficticio presidente del Senado dominicano–. Un personaje dividido entre el presente y el pasado. El regreso a su país tras años de huida, le conlleva el regresar también a su pasado y revivir el acontecimiento que le marcó de por vida. El segundo punto de vista es la visión psicológica del dictador, sus rutinas, sus manías, sus pensamientos, su círculo de confianza, sus hijos, una visión que refleja el ser humano que hay tras la figura del dictador. Por último, la tercera visión, los últimos momentos del dictador, la planificación de su asesinato, sus verdugos, la incertidumbre tras su muerte, la represión.
Sin duda, la novela es una obra maestra por como impregna al lector de sentimientos, odio, rencor, el saber que lo que le sucede a «Uranita» no es un hecho aislado. La violación a la que se ve sometida por el Generalísimo, no era la primera que cometía el dictador. Una dictadura en la que no solo hubo violaciones. Miles de asesinatos, encarcelados y torturas, todo ello dirigido desde el Servicio de Inteligencia Militar bajo supervisión directa de Rafael Leónidas Trujillo, el Generalísimo. De hecho, no sucedía nada en la República Dominicana sin el visto bueno del dictador. Un aparato propagandístico eficaz lo había alzado a la altura de los grandes hombres de la historia, Julio Cesar, Napoleón, él y la propaganda consideraban que pertenecía a esa estirpe. Realmente estaba convencido de ello, excepto cuando su incontinencia urinaria no se lo permitía. Y por supuesto, representaba una dictadura donde el papel de la mujer estaba reducido a ser parte del harén de su Excelencia. Por ello, en un ejercicio de justicia divina, el autor decide narrar el atentado que acaba con la vida de Trujillo. Es por lo tanto la visión de Mario Vargas Llosa, una visión dura y por tanto polémica, pero con una gran dosis de humanidad y muy crítica con las dictaduras.

Chevrolet (modelo 1957) en el que viaja Trujillo en el momento de su muerte.

Pero no podemos entender la novela de Mario Vargas Llosa fuera de su contexto, y es que sin conocer la enorme tradición que hay en la literatura hispanoamericana sobre la figura del dictador, esta novela no tendría sentido. Tan importante es el tema, que incluso existe una especie de subgénero denominado «novelas de dictador». Seguramente relacionado con la situación política acontecida en el continente americano durante toda la época contemporánea, es decir, una dictadura tras otra. Ya que los denominados «padres» de este género, Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias, tuvieron su inspiración en la vivencia de una realidad dictatorial en sus años de vida(4). Son obras, según Carlos Ferrer, que no solo tratan cuestiones políticas y morales, sino que son toda una reflexión sobre la identidad hispanoamericana(5).
Por otro lado, si analizamos los elementos de la novela según la clasificación que hace Jovita Bobes sobre las recurrencias temáticas en las novelas de dictador(6), La fiesta del Chivo entra dentro de la características generales. En primer lugar, el poder como elemento más significativo en las novelas de dictador y siempre presente en la novela de Vargas Llosa, el poder de Trujillo sobre todas las cosas. En segundo lugar, otro elemento significativo son las escenas tópicas del dictador que no tiene porque ser protagonista, de este modo en la novela observamos como Trujillo juega un papel fundamental con el relato de sus reuniones de gobierno, sus pensamientos y sus violaciones, pero no desde el papel de verdadero protagonista. En tercer lugar, el espacio, que generalmente en este tipo de novelas suele estar adaptado a micro-espacios de carácter urbano como el palacio o el senado. Y en esto tampoco difiere la novela aquí tratada, ya que Ciudad Trujillo es el espacio fundamental. Y por último en cuarto lugar el tiempo, generalmente con una vuelta al pasado desde el presente, casi siempre como una especie de progreso de degradación, y sin duda, esta especie de efecto psicológico está representado de manera notable en el personaje de Urania Cabral en la novela.
De este modo hemos podido comprobar, que la novela de Mario Vargas Llosa se adscribe perfectamente al contexto narrativo si atendemos a las características generales dentro de las novelas de dictador. Por otro lado, tenemos la influencia de la academia. Es decir, como ha influido a la novela la producción historiográfica desde el ámbito profesional de la historia y también al contrario. Este aspecto es muy interesante, en tanto en cuanto, consideremos al género narrativo como una fuente histórica o no. Es un tema objeto de múltiples debates metodológicos, desde que en los años 80 la aparición de nuevos paradigmas como la historia cultural, la literatura pase a ser considerada como un tipo de fuente como cualquier otra, siempre bajo unas pautas de análisis adecuado(7). Así que tenemos un extensa bibliografía referente al tema, pero cuando concretamos en el aspecto de las novelas de dictadores, el número se ve reducido de manera notable.
Partiendo de la síntesis de Roberto Cassá(8), podemos decir que la etapa trujillista marca una dicotomía en la historiografía dominicana. La llegada de Trujillo al poder puso la producción historiográfica al servicio de la legitimación del régimen, ninguna voz podía ir en contra de la versión oficial que marcó la dictadura. Básicamente se creó una visión de un pasado desgraciado y un presente marcado por el progreso que Trujillo, enviado por la providencia divina, había llevado a la República Dominicana. Un discurso que afirmaba el catolicismo y anticomunismo de la nación dominicana frente a sus vecinos los haitianos. De este modo, también se afirmaba el carácter «blanco y mestizo» de la raza dominicana en contra de la población afroamericana de Haiti. Es este pues, un discurso común en todos los regímenes totalitarios y que por supuesto queda bien reflejado en la novela de Mario Vargas Llosa en el momento en que Trujillo es presentado como un dios de cara al exterior, pero que en privado es un ser humano con las mismas debilidades que el común de los mortales. Por otro lado, durante los 31 años que duró la dictadura de Trujillo, existe también una importante producción historiográfica en el exilio. Una visión que sin duda, y como señala Roberto Cassá, tiene los únicos enfoques razonables de la historiografía de este período. Una versión que se volcó principalmente en lo que hoy denominamos historia del presente. Ya que desde el exilio, además de las criticas al régimen de Trujillo, se intentaron descubrir las claves de su ascenso al poder y su prolongada fortaleza durante varia décadas. Y pese a la utilización de distintos paradigmas en sus análisis, la mayoría de ellos coincidían en que la personalidad de Trujillo había influido en el ordenamiento social del régimen. Siendo esto muy interesante para la comparación con La fiesta del Chivo, ya que Vargas Llosa lo que realiza es una psicoanálisis literario a la figura de Trujillo. Se puede decir por lo tanto, que Mario Vargas Llosa estuvo muy bien documentado para escribir su libro y que utilizó mucha información historiográfica. Un ejemplo muy clarividente de ello, es como el lema del Partido Dominicano coincide con las iniciales de Trujillo; Rectitud, Libertad, Trabajo y Moralidad. Aspecto que también queda reflejado en la novela.
A modo de conclusión, me gustaría destacar dos cuestiones que han ido surgiendo a lo largo de la realización del ensayo. Por un lado, tengo que señalar la importancia que tiene la literatura como medio para aproximarse al pasado. La literatura no es una mera creación narrativa, es una forma de representar la cultura y el contexto donde se escribe un texto. De este modo, considero importante entender la literatura como una fuente histórica depositaria de la memoria colectiva dentro de una sociedad. La fiesta del Chivo, más que cualquier otro libro, es un claro ejemplo. Ya que es una mezcla entre ficción y memoria, ficción e historia. Por otro lado, es importante tener en cuenta a la problemática que se enfrentan los investigadores y escritores que dedican su trabajo a los acontecimientos contemporáneos. A los cientos de documentos, hay que añadir los testimonios de las personas que vivieron ese tiempo. Así que alcanzar el consenso en el alcance de la verdad histórica puede resultar una tarea muy complicada. Aunque, un profesional, en este caso un historiador, debe poder superarlo con mucho trabajo de archivo, de investigación y siempre con honestidad.

CITAS
(1) Mario Vargas Llosa, Bases para una interpretación de Rubén Darío. Lima, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2001.  
(2) Biografía de Mario Vargas Llosa. Página Web Oficial de Mario Vargas Llosa [en línea]. Consultado el 15 de Mayo de 2012. Disponible en World Wide Web: <http://www.mvargasllosa.com/biograf.htm> 
(3) Mario Vargas Llosa. La fiesta del Chivo. Madrid, Alfaguara, 2000. 
(4) Carlos Plaza Ferrer, «Miguel Angel Asturias y Alejo Carpentier: La evolución literaria del dictador hispanoamericano», en Gláuks, v.7, n. 2, 2007, pp. 111-112. 
(5) Carlos Plaza Ferrer, op. cit., p. 120.  
(6) Jovita Bobes Naves, «Recurrencias temáticas en la novela hispanoamericana», en Anales de literatura española, n.º 8, 1993, pp. 9-24. 
(7) Enriqueta Vila Vilar, «La literatura como fuente histórica: un largo debate para un caso práctico», en Boletín de la Real academia sevillana de las Buenas Letras, n.º 37, 2009, pp. 9-28; María Alicia Langa Laorga, «La literatura como fuente histórica», en Historia Digital, 2001 [en línea]. Consultado el 17 de Mayo de 2012. Disponible en World Wide Web: <http://inicia.es/de/Historiadigital/pdf/literat.pdf>  
(8) Roberto Cassá, «Historiografía de la República Dominicana», en Ecos, Año 1, vol. 1, 1993.

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